mario benedetti

Mario Benedetti (Si Dios fuera mujer)

lunes, 6 de julio de 2009

JORGE ENRIQUE ADOUM


ENTRE MARX Y UNA MUJER DESNUDA


Los mendigos constituyen ya una legión en esta capital: en las casas ya no hay otra cosa que oír que la voz melancólica que pide limosna de día y por la noche; ya no se puede andar libremente por las calles, en medio de ellas, al voltear de una esquina, le detienen al transeúnte para implorarle caridad. Todos los días de la semana son ahora hábiles para el ejercicio de la mendicidad; antes se lo restringía al sábado.

EL COMERCIO

Los mendigos masca(ba)n migas del padrenuestro de cada día
dánoslo hoy desde el domingo:
era el día de salida de María Diabla
se encontraba con un negro que tenía los dientes de oro y
la pegaba y la hacía llorar
yo sacaba a pasear a Galo Gálvez
íbamos por tristes calles de piedra y polvo en la ciudad callada
con ese rumor pequeñito de alguien que duerme
a la derecha están las villas escondidas entre árboles azules junto
al río llenas de sombra de fruta con gente reunida como para
conversar comer reírse ser feliz
a la izquierda los terraplenes secos del ferrocarril con cantinas
oscuras cavadas como cuevas de miedo de donde salen
un olor a bestia de cerveza de chicha de aguardiente de fritadas
agrias
un sonido de arpa destemplada como si fuera a llover toda la
vida
y cuerpos tambaleantes dentro de los zapatos desacostumbrados
del domingo bajo sombreros colocados torpemente y al azar
por un compadre
indios que caen llorando arrastrando a caída y llanto a su mujer
lazarilla solidariamente borracha en el crepúsculo
cadáveres semanales del tedio de siglos que quedan tirados a la
orilla del camino
después nos encontrábamos con léntulos transeúntes vestidos
de negro como escapados de una fiesta o un velorio
barrio de perezosas personas pobres con toda la familia
a cuestas
con los trajes estrechos del domingo los colores agresivos del
domingo
caminando a desgano como si la otra pierna se les hubiera
quedado en la semana pasada
acarreando niños que lloran comiendo cosas melosas pegajosas
los adultos ensayando ya el ceño torvo para el lunes:
toda la ciudad
olía a comino a ajo profundo a cerdos arrastrados con sogas al
mercado
y a los mendigos que pedían se les decía Vuelva el sábado
pero algunos morían tontamente el martes:
mamá iba a la modista
día sin personalidad como el miércoles:
cita con el dentista
sin fuerza para alargar la mano a la lismona ni siquiera hasta el jueves:
por la noche la retreta de la banda municipal los pasillos que entristecían a las parejas
daban vueltas hasta las nueve de la noche en el parque y en el
miedo
sin encontrar la calle por la que huirían a
ni el día en que habrían podido al fin
por ejemplo el viernes:
iban a ver pasar el tren al atardecer envidiando a los pasajeros co-mo si todos estuvieran en luna de
miel y no hubiera despedidas y despertarse otra vez solo el sábado:
la caridad era de un cuarto de centavo
pero el miserable a veces no tenía los tres cuartillos del vuelto
No le creas decía mamá está mintiendo para quedarse con el
centavo entero
y se iba y volvía por la tarde con las tres moneditas sucias de
sobras de algún caldo
con el tiempo -Estados Unidos ya ha ocupado militarmente
Guatemala- se fijó la tarifa en un centavo porque habían
desaparecido los cuartillos
mamá dijo que los mendigos los habían acaparado para obligarnos
a darles un centavo
yo me sentía como un diosito al tomar la moneda de manos de
mamá
y ponerla en la extranjera palma lodosa máchica y tierra
sin tocarla para no contaminarme del compatriota que volvía el
sábado
después deben de haber acaparado también los centavos porque
ya no existen
en mi patria burguesita adefesiosa esposa pobre con aires de
gran dama
comprándose cada día media libra de futuro envuelto en un
trozo de periódico con sangre como en las carnicerías
asegurándose su horario sin azar para la semana que viene el
mes próximo el año entrante el hijo del hijo del hijo
asegurándose de que el sábado durará una semana
mejor aún si dura mil años en este país de pordioseros como la
India
en este país donde la vida era ya entonces un largo domingo de tarde
cuyo peso llevas contigo a todas partes
montoncito de memoria y experiencia que no puede ser distinto
ni más grande sino simplemente compatriota
formado por los hechos del agua y de la tierra
y tienes que volver a tus indios y a tu gente
lo otro sería canallada

O sea que, sin proponértelo, estás comenzando un libro distinto al que habías imaginado a sabiendas de que no será el que hubieras querido sino éste que va saliendo, un poco bajo tu responsabilidad más honesta- la honestidad de tus límites- y otro poco sin que sea totalmente culpa tuya, así como a uno le nacen hijos bizcos o zonzos a los que un día ya no se puede defender y deberán ganarse la vida por su cuenta.

Y cuando ibas a resbalar- ¿es tan inevitable como el hecho de dejar caer en el lavabo o el suelo la tapa del tubo de dentífrico justo cuando no querías hacer ruido?- en el flaubertiano lugar común – Galo Gálvez soy yo-, encuentras en una carta del cirujano de la novela “Madame Bovary no tiene nada de verdadero. Es una historia totalmente inventada: no he puesto en ella nada de mis sentimientos ni de mi existencia. La ilusión, si es que hay alguna, viene, por el contrario, de la impersonalidad de la obra. Es uno de mis principios: no es necesario escribirse. El artista es en su obra como Dios en la creación, invisible y omnipotente, al que se siente por todas partes pero al que no se ve”. Claro que el genial bigotudo habría podido decidirse y ser más coherente en sus afirmaciones, y aunque esta historia también es totalmente inventada, al punto de que esa noche no sabes cómo continuará mañana y no tienes la menor idea de cómo va a terminar, dejando de lado a Dios que no tiene nada que ni en Madame Bovary ni en ninguna parte, el “tonto de la familia” que nos interesa y que conocemos es el. Flaubert que escribe sobre el arribismo sentimental y frustrado de la burguesita de provincia y no aquel cuyos sentimientos y cuya existencia no pasó en el libro. El propio Proust, que afirmaba que no hay continuidad alguna entre el yo que sufre, que ama, que vive, y el yo creador, el único real para el artista, nos dejó el recuento más morbominucioso de sus recuerdos y experiencias de hipertestigo de la decadencia de la aristocracia, y más aún, del torturado amor que el yo-Proust vivió con álguienes que nunca imaginaron que irían a fundirse y llamarse solamente Albertina. Además, una importante corriente de la crítica rechaza las técnicas de interpretación según las cuales la obra remite a un sentido situado fuera de ella y designa no el texto en sí mismo sino al autor de ese texto. Y Sherlock Holmes, que de golpe se convertía así en un ideólogo del nouveau roman, criticaba a su historiógrafo, el Dr. Watson: “Francamente, no puedo felicitarlo. La investigación es, o debería ser, una ciencia exacta; tendría, pues que ser tratada siempre con frialdad, y sin emoción., En cambio, usted ha tratado de introducir cierto romanticismo, lo cual produce el mismo efecto que si introdujera una historia de amor o un rapto en la quinta proposición de Euclides”. Pero incluso el nouveau roman, con su inventario fotográfico y actuarial de los objetos, convertidos en personajes, es la contrapartida de la cosificación de las personas en la sociedad capitalista contemporánea. Es decir que si la obra no remite directamente al autor —“es un buen camarada, ergo, escribe bien”, “se fue a vivir en Europa para que lo dejen en paz, ergo no expresa lo americano”— remite inevitablemente a la sociedad que produce el texto por intermedio del escriba.

(El escritor es un secretario de actas o un corresponsal de guerra de la sociedad, decía Gálvez. Entonces que no me jodan más en este país pidiéndome una literatura épica: el secretario no puede inventar actas de una sesión que no se ha celebrado, el corresponsal no puede enviar despachos sobre acciones heroicas que no tuvieron lugar). “Elemental, querido Watson.” Entonces sacas en limpio:

• “No hay que escribirse” y mucho menos con el pretexto de liberar al homo eroticus, exhibir hábitos de suciedad e inhibiciones, compadecerse de las propias tareas, confesar las variaciones de la masturbación o inventar perversiones de las que se carece pero que están de moda.

• La investigación del ser humano, es decir la literatura, es también una ciencia exacta en la que no cabe el romanticismo, y que como tal se justifica por sus resultados, pero cuya comprobación y sus aplicaciones son dudosas.

• En cuanto a, “ser tratada con frialdad y sin emoción”, y aunque odiemos el patetismo y el énfasis, no hay que olvidar que no somos ingleses, y que por razones de continente, de raza, de país, de persona, las cosas las sentimos en las tripas.

• El “yo creador” me confieso, aunque se aísla en su isla, aunque no tenga ni siquiera a Viernes, igual que Robinson ya ha adquirido la ideología, el vocabulario, las costumbres de los demás, se ha contaminado de sociedad, de época: es impuro.

Claro que el primer sabelotodo que te oyera pensar te aconseja—porque ése es el oficio de los otros— ser fiel a ti mismo, como si ti mismo estuviera hecho de una sola pieza, como si esta red de dudas, este ser pendular no fuera fundamentalmente ti mismo y como si una opción en un solo sentido pudiera probar tu fidelidad. Se ha dicho que es difícil ser contemporáneos de nosotros mismos: pero al colonizador que nos despacha cargamentos de ideología junto con sus productos, queriéndonos convencer de que la historia es la tecnología, se ha respondido a veces con ese complejo de pobre, orgulloso de que siga durando hasta hoy nuestro paleolítico. Y es preciso repetir que compadecerse, confesarse, exhibirse no es una liberación: de lo que se trata es de salir de uno como de una cárcel, liberarse del negrero de uno mismo. Y estás descuartizado en tu época, entre los viajes interplanetarios y el hambre de la tierra, entre la aventura de la física moderna y la tortura como “método de persuasión”. Y, puesto a escribir, tampoco sabes cuál es tu tiempo: el del gozo verbal, esa exuberancia inagotable que hasta hace poco se criticaba como carente de rigor y exceso de tropicalismo y ahora se elogia como neobarroco, o el de la síntesis geométrica, cuando sientes que todo es superfluo, que las palabras han perdido su poder de significación, que son obesidad de la literatura y no el esencial hueso puro que buscas. (Así, dijo Galvez, la Ilíada se reduciría a una frase: CAYÓ TROYA STOP SIGUE CARTA. HOMERO, aunque en ese caso la carta sería la Ilíada). Ya tendrás tiempo, lo que te quede de vida, para seguir remachando tus cavilaciones y preguntas y, en este terreno como en cualquier opción, cada respuesta contendrá los elementos necesarios para demostrar que habrías debido escoger la otra proposición disyuntiva del dilema. Por ahora será mejor que te pongas humildemente a seguir con lo que comenzaste: de lo contrario corres el riesgo, no solamente de no escribir nunca tu libro, sino de convertirte en pensador, y a eso le tienes pánico. Lo más probable es que nada de esto utilices, seguramente no sirve para nada, tendrás que volver a comenzar otra vez de nuevo desde el principio, eso no termina con la perfección sino con el hastío, y te entran ganas de creer para poder persignarte e invocar la ayuda del viejo que nunca perdonó nuestras deudas, o la del diablo, pacto de tramposos, porque hay esa zozobra (¿Por qué no te atreves? le dijo Rosana cuando iba a ser la primera vez y ambos tenían ya la mirada cargada de semen, ¿es que tú también le tienes miedo?) de dejar salir las palabras que tienes acumuladas, los personajes que esperan el momento de aparecer en el escenario noh de la página, y que resultan esto y no lo que eran en el mundo de las ideas. En los otros al parecer es fácil, acaso necesitaron miguelangélicamente mucho trabajo para borrar las huellas del trabajo, o es al parecer gozoso, quizás sufrieron garcíamarquezmente para borrar las huellas del padecer. (Allá en Aláquez, don Galo, mi familia éramos carameleros, y yo salía con mi charol las tardes a vender los caramelos y los guambras de la escuela me decían Qué más vos FaÍcón que suertudo que sois, porque no sabían que yo no me comía los caramelos sino que tenía que madrugar y menear horas enteras en unas ollísimas el almíbar hasta que se iba endureciendo.

ENTREVISTA: ENTRE MARX Y UNA MUJER DESNUDA

Qué ha supuesto, en el contexto general de su obra, la producción de Entre Marx y una mujer desnuda? ¿Se podría pensar que su lenguaje en la poesía entendiendo las peculariaridades de cada género, es menos complejo, intricado y audaz que en su obra narrativa?

E.A. Creo que Entre Marx y una mujer desnuda fue la culminación de un búsqueda formal y temática, que se encuentra embrionariamente en varios textos anteriores (y posteriores, también). Era, además, un testimonio (y no, como se ha dicho, un testamento generacional: ahí están nuestras certezas y nuestras dudas, nuestras lecturas y nuestros actos, honestamente expuestos, aun cuando algunos de ellos pudieran avergonzarnos. Y éramos, somos hijos de un país, de una cultura. O sea que… En mi caso, se trató de escribir un “texto con personajes” con la misma tensión del lenguaje que en poesía y con una construcción que permitiera, al igual que ella, diversos niveles de lectura.

En cuanto a la segunda parte de la pregunta, no estoy muy seguro de que el lenguaje en Prepoemas en postespañol sea menos “complejo, intricado y audaz” que Entre Marx y una mujer desnuda. Esa impresión – en el caso de que se trate solamente de un espejismo- puede deberse al hecho de que la invención de lenguajes en poesía se acerca más fácilmente, hasta el punto de no advertirla a veces, que en una novela, que se supone escrita en prosa, con personajes de todos los días y que hablan como tales (inclusive el autor). Pero en ambos géneros la intención fue la misma: inventar o recomponer términos, hacerlos estallar cuando era necesario, reemplazar las palabras supuestamente “poéticas” por otras, populares, y ensayar una nueva sintaxis para expresar una nueva realidad o como reflejo formal de una sociedad asimétrica y cuarteada. En ninguno de los dos casos obedeció a un afán de originalidad ni a un capricho gratuito.